
BLOQUE DE APRENDIZAJE N°
11
11. BLOQUE DE APRENDIZAJE. FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA
SEXUALIDAD HUMANA.
FUNDAMENTOS
ANTROPOLÓGICOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA
DEFINICIONES HISTÓRICAS DEL HOMBRE
Muchas son las definiciones que la historia del
pensamiento filosófico, cultural y científico ha dado del ser humano. Si
quisiéramos empezar este recorrido cronológicamente, nos encontraríamos con el
panorama que se detalla más adelante. Precisemos, en todo caso, que, en lo que
se refiere a la antropología filosófica el primer pensador que va a usar este
término y definir bien el campo de trabajo de esta materia es Max Scheler.
Con Max Scheler se da un hecho importante, y es la
sistematización de un conjunto de conocimientos acerca del hombre en conexión
con los hallazgos de las ciencias humanas. Esto lo ratifica él mismo con estas
palabras: "Poseemos, pues, una antropología científica, otra,
filosófica y otra, teológica, que no se preocupan una de la otra. Pero no
poseemos una idea unitaria del hombre...Por eso me he propuesto el ensayo de
una nueva antropología filosófica sobre la más amplia base. En lo que sigue
quisiera dilucidar tan solo algunos puntos concernientes a la esencia del
hombre, en su relación con el animal y con la planta, y al singular puesto del
hombre en el Cosmos"
El panorama al que nos referíamos es el siguiente: En
la filosofía Griega, para Platón, el hombre es un dualismo dicotómico según el
cual el alma o facultad intelectiva se vincula accidental y transitoriamente
con el cuerpo hasta el momento de la muerte cuando "vivirá fuera
del cuerpo en mansiones más hermosas, imposibles de describir" Para
Aristóteles: "Es, pues, necesario que el alma sea sustancia y
forma de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia ... el alma será la
perfección primera y el primer acto (entelequia) de un cuerpo natural... el
alma, pues, no es separable del cuerpo... el alma es principio de las funciones
mencionadas y se define por ellas, esto es, por la nutritiva, la sensitiva, la
mental y el movimiento"
En el Cristianismo, para San Agustín el
hombre es imagen de Dios: "Son tres las partes de que consta el
hombre: espíritu, alma y cuerpo, que por otra se dicen dos, porque con
frecuencia el alma se denomina juntamente con el espíritu; pues aquella parte
del mismo racional, de que las bestias carecen, se llama espíritu". Para
Santo Tomás, el hombre es una unidad substancial de alma y cuerpo. "Decimos
que la esencia del alma racional se une inmediatamente al cuerpo como la forma
a la materia y la figura a la cera". Para S. Tomás, el hombre es
persona. Este ser persona viene descubierto en la inteligencia como
constitutivo esencial específico del ser humano. El conocimiento intelectivo
es, pues, la base de la trascendencia humana.
En la Época Moderna, para Descartes, el hombre
es un yo pensante, y para Pascal: "El hombre no es más que una
caña, la más débil de la naturaleza; pero una caña pensante" y nos dice
también que "No es en el espacio donde debo buscar mi dignidad, sino en el
arreglo de mi pensamiento. Por el espacio, el universo me comprende y me devora
como un punto; por el pensamiento yo lo comprendo..." . "El hombre
sobrepasa infinitamente al hombre... Escucha a Dios". Para Herder, el
hombre es imagen de Dios. "En el alma del hombre grabaste tu imagen ,
la religión y el sentido humanitario. Los contornos de la estatua ya están
prefijados, ocultos en la masa del mármol; solo el trabajo de esculpirla no lo
puede realizar este por sí solo"
Para Marx, en la Época Contemporánea, el hombre es un
ser que trabaja, un animal de trabajo y un animal histórico. Para Heidegger, el
hombre es existencia (Da- sein), existencia dialógica y existencia
temporalizadora, un ser arrojado en la existencia y, finalmente, un ser para la
muerte. Y para J. P. Sartre, el hombre es un ser en sí, para sí, consigo y, en
última instancia, un ser para la sociedad. El hombre es un individuo que, con
su libertad, se da él mismo el sentido a su propia vida humana. Wittgestein
dirá, inclusive, que el hombre es un animal lingüista.
Esta breve historia de la antropología nos muestra una
serie de definiciones del ser humano, a través del pensamiento filosófico y
científico. Definiciones como, animal racional, animal político, animal social,
animal de trabajo, animal lingüista, animal individual. Hoy se habla de animal
técnico.
Todas se refieren a aspectos existenciales del ser
humano, porque todas ellas se inscriben en lo que es psicológico o anímico en
el ser humano, 'se inscriben en esa alma de la cual Cristo mismo nos dice que
hay que perder.'
Todas, pues, dejan fuera un inmenso campo de valores
sin definir y lo que es más grave, todas apuntan a elementos del ser humano,
dejando fuera la esencia del hombre. Si aceptáramos que la psicología es un
complejo de funciones variables, unas, adquiridas y otras, educacionales,
tendríamos que aceptar que éstas no pueden ni solas ni todas juntas ser la
esencia del ser humano, primero, porque son variables y, segundo, por que son
muchas.
Descubrimos, entonces, que todas estas definiciones
sumergen al hombre en una tautología que tiene su origen en "el ser es y
el no ser no es" de Parménides y que se ha introducido en todas las
filosofías y sistemas de la historia del pensamiento humano: Tan tautológico es
decir, por ejemplo, "el hombre es el hombre" como decir "el
hombre es un ser consigo o para sí" o, incluso, decir "el hombre es
un ser para la sociedad". El ser humano o es un ser para Dios o no lo es
para nadie o, si se prefiere, para el cementerio.
Frente a estas definiciones históricas aparece la
definición que Cristo da del ser humano: "¿No está escrito en vuestra
Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a
aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios y la Escritura, no puede fallar...". Esta
extraordinaria afirmación de Cristo está corroborando lo que ya había dicho El
Génesis "Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen,
como semejanza nuestra... Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a
imagen de Dios lo creó..."
AMOR, AFECTO Y SEXUALIDAD
La Antropología Médica será abordada a través del
curso "Sexualidad, Fertilidad y Procreación". Estos tres aspectos
tienen vinculación con ciertos campos del saber tales como la Ética, la
Psicología, la Bioética, la Teología y la Filosofía.
La primera pregunta que nos viene a la mente, desde
esta perspectiva, es ¿qué relación existe entre la Sexualidad en general y la
Antropología? ¿Qué parte de la Antropología quedaría comprometida en relación
con la Sexualidad?
Si damos una mirada descriptiva al panorama cultural,
sociológico, étnico, etc. de nuestro planeta, acerca de la sexualidad, es
decir, de cómo esta es vivida dentro de una cultura, de un pueblo, de un clan e
incluso entre dos individuos, hombre y mujer, de la misma familia cultural;
descubrimos que para ninguno de los dos tiene el mismo significado, y que, de
hecho, para una misma persona no tiene el mismo significado en momentos
diversos. Y esto por una razón sencilla, como dice el Dr. F. Montiel A., y es
que " hacer el amor es también comunicación y, como acontece con las
palabras, algunas personas se comunican mejor que otras". A esto se une el
hecho de que la situación psicológica de la persona no es siempre la misma y,
por tanto, no hay la misma predisposición al acto sexual.
Nos quedaría aquí solamente una objeción a la
expresión "hacer el amor", de acuerdo con la estructura
antropológica del hombre, que expondremos a continuación. El amor es acto del
espíritu, no es un acto psicológico y, por tanto, no habría que confundirlo con
el afecto. El afecto se explica en el mundo animal también, y a veces con un
orden mayor, por la sencilla razón de que el animal, al no poseer un espíritu
y, por tanto, no poseer libertad, no tiene que decidir en cada momento el acto
que tiene o no tiene que realizar. El desorden afectivo se debe a una mala
formación y administración de la libertad. Este problema, tan fundamental, no
parece que lo tenga el animal en general. La libertad tiene que ser formada por
el amor, para que esté bien formada. La expresión: "quiero ser libre
para hacer lo más noble, puro y perfecto, esto es, lo mejor". Entonces,
el amor no se hace, amor se es. Es probable que lo que se haga sea el sexo que,
por otro lado, cuando prescinde del amor, que es donación y requiere mucho
olvido de sí mismo, se convierte en egoísmo, con lo cual se destruye la
relación integral entre dos seres para convertirse en un acto involutivo, que
tiene que ver más con la genitalidad que con la sexualidad vivida en una
relación de amor integral.
La psicología humana nos aparece como un complejo de
funciones variables: una parte son heredadas, y otra parte son adquiridas o
educacionales. El tipo de educación recibida - el caso de un niño que hubiera
crecido en un ambiente eminentemente neurótico - el tipo de diálogo que sobre
la sexualidad tuvo con sus padres y profesores, el tipo de libertad o de
represión contenidos en la educación religiosa respecto del sexo, el modo de
concebir y vivir la sexualidad de ese pueblo donde él nació, así como, el
autoritarismo o la democracia política dominante en el pueblo de su infancia, adolescencia
y juventud, marcarán fuertemente su carácter. Este carácter, más tarde, será
fundamental en la concepción relacional con la otra persona, hasta el punto de
que la relación sexual podría ser entendida más que como un encuentro amoroso,
como una imposición por parte de alguno de los dos.
Nos damos cuenta, pues, de cómo entre genitalidad y sexualidad hay
una diferencia y no porque estos dos actos no vayan unidos, sino porque al
separarlos, como sucede en muchos casos, se prescinde de la particularidad con
la que cada persona vive, concibe y se acerca al acto sexual. En la
genitalidad, hablamos del proceso reproductivo, de las características
hormonales y del aparato reproductivo; esto es, de la anatomía y de la
fisiología.. En la sexualidad, en cambio, vamos mucho más allá: aquí estamos
hablando también de genitalidad, pero, al mismo tiempo, hablamos de
un conjunto de características psicológicas, -afectivas,
sentimentales, emocionales, socio-culturales- y espirituales. Queda
involucrado, en la sexualidad, todo el ser humano: el ser humano integral, sin
desconocer que, desde el punto de vista biofisiológico, psicológico y
espiritual, el hombre y la mujer viven el acto sexual complementándose, en
principio de complementariedad; si bien no son iguales, idénticos, sí son
complementarios. Como diría López Quintás, es un encuentro ..
Si aceptamos que el amor y la libertad son nociones
específicas del espíritu humano, el afecto y la sexualidad están ordenados al
amor y no al contrario; entonces, la libertad tiene que estar formada por el
amor. Si la genitalidad se encuentra lejos de la sexualidad, el afecto también
se explicará en una dimensión inferior al amor. El afecto lo encontramos en el
mundo animal, a veces, con mayor precisión que en los seres humanos, debido a
que aquellos no tienen un espíritu y, por lo tanto, tampoco una libertad: no
tienen que decidir el acto que van a realizar en cada instante, les basta
seguir las indicaciones que dicta su naturaleza.
La sexualidad, en consecuencia, no está regida por el
instinto ni condicionada totalmente por lo hormonal. Las posibles
disfuncionalidades orgánicas que padece la sexualidad humana, tienen su
curación dentro de la medicina, y las disfunciones psicológicas son educables
desde el espíritu de la persona misma.
¿Es educable, entonces, la sexualidad? ¿Cómo hacerlo?.
A mi parecer, habría que recurrir a una sana concepción de la estructura
antropológica del ser humano. Aclarar, por ejemplo, qué relación existe entre
biología y psicología: si las dos se explican o se pueden explicar
evolutivamente. Si hay una interrelación psicofísica entre las dos. Aclarar,
también, la relación que existe entre la mente, la voluntad y el cerebro, si la
mente y la voluntad son facultades al servicio de la persona o son más bien de
naturaleza espiritual, como se nos ha enseñado comúnmente; es decir, si lo
espiritual se agota en ellas y solo en ellas, o hay algo más, presente en el
ser humano, que nos explique mejor, por ejemplo, nuestra libertad, la filiación
divina, las virtudes teologales y morales, los atributos, etc.
Se hace necesario, a su vez, una aclaración sobre la
diferencia que existe entre el amor y el afecto, el amar y el sentir, las
emociones y los sentimientos, cuáles de éstos encuentran explicación dentro de
la psicología y cuáles en el mundo del espíritu.
Empecemos por la primera cuestión que se nos plantea.
¿Cuál es la definición más acabada del hombre y cuál es su estructura
antropológica?
SEXUALIDAD Y PERSONA
A costa de repetir lo que la mayoría ya sabe acerca de
la etimología del término sexual y sexualidad, me voy a
referir a ello porque en la misma definición se nos dan algunas notas
esenciales. El significado etimológico del término 'sexo' y 'sexual' pueden
darnos ya algunas indicaciones, desde el punto de vista fisiológico y
psicodinámico, tal y como es observable en la base del comportamiento. Sexo y
sexual, vienen del término latino 'sectus', esto es 'cortado', 'separado',
'distinto'. Lo femenino y lo masculino, entonces, serían, desde lo fisiológico,
dos expresiones de una misma naturaleza originalmente andrógina, que se
especializa dando origen a dos realidades.
Las dos expresiones, masculino y femenino, se
complementan, se observa en ellas una imperiosa necesidad de complementación.
Hay un irresistible impulso, de atracción recíproca o, como lo llama G.
Cessari, una pulsión instintual sexual. Están, pues, los dos
en principio de complementariedad.
Se podría decir de la sexualidad que es "una
energía vital, originaria y originante de la vida que se expresa a través del
actuar humano" . Es una energía vital y originaria que envuelve a
la persona integralmente, no es una cuestión solo de genitalidad o de
implicación de órganos. Los actos sexuales de los animales van respetuosamente
dirigidos a la procreación y, más tarde, en su relación con la prole, se
demuestran cuidadosos y afectuosos.
El hecho de que en la relación sexual humana entra en
juego el hombre entero, es decir, su biología, su psicología y su espíritu,
hace que valores como la libertad, la fidelidad, la constancia, la humildad,
etc., específicos del amor humano, sean necesarios y siempre presentes - aunque
muchas veces ignorados- en la relación sexual. Precisamente, porque es una
relación, tiene que ser encuentro de dos amores, encarnantes cada uno de ellos
de una sexualidad complementaria del otro. La Humanae Vitae nos
dice que las características del amor conyugal tienen que ser las de "un
amor plenamente humano, esto es, sensible y espiritual al mismo tiempo, no una
simple efusión del instinto o del sentimiento... Es un amor total, esto es una
forma de amistad personal, donde no cabe el cálculo egoísta... Un amor fiel y
exclusivo hasta la muerte, capaz de generar una felicidad profunda y
duradera... y, finalmente, un amor fecundo: los hijos son, sin duda, el don más
valioso del matrimonio".
Si dijéramos que la sexualidad se agota en la
procreación como su único fin, estaríamos corriendo el riesgo de reducirla,
como sucede en el mundo animal, a simple genitalidad. La sexualidad es
procreativa, pero al implicar la persona entera se convierte en lenguaje con
expresión y significado, donde dos amantes se entregan el uno al otro su amor,
su afecto y su sexualidad. Es este amor, acto del espíritu humano o de la
persona humana, el que forma al afecto, poniendo orden al desorden que padecen
afectivamente las facultades humanas, la mente y la voluntad, y el que
interviene en las disfunciones y patologías psicológicas, así como sobre los
mitos y tabúes sexuales; educando la sexualidad y formándola bien con el amor.
La libertad humana, característica esencial del
espíritu humano, tiene necesidad de ser formada por el amor, cualquier otra
formación es deformante de la verdadera personalidad del hombre. Y si la
libertad tiene que ser formada por el amor, la sexualidad también queda sujeta,
en su libertad, a ser expresión del amor y no del puro instinto. Una sexualidad
puramente sensitiva, traicionaría de tal manera y en tal medida la exquisita
sensibilidad del espíritu, que produciría degradación de la personalidad y
nunca ayudaría a la persona a ser más persona o, integralmente, persona.
La Organización Mundial de la Salud, hablando de la
salud sexual, da esta definición: "Es el producto de la
integración de los aspectos somáticos, afectivos, intelectuales y sociales del
ser sexuado de tal modo de llegar a un enriquecimiento de la personalidad
humana, de la comunicación y del amor". ¿Cuál es la concepción de la
estructura antropológica del humano que usa dicha Organización? Para esta, el
ser humano es un compuesto de biología, afecto y mente, y todo puesto en relación
con la sociedad. Después, se nos habla de personalidad y amor, donde por fuerza
de cosas, el amor lo identifica con el afecto, como si fueran cosas iguales, y
donde la personalidad tendría que ser el resultado de la combinación de los
cuatro elementos. Si quisiéramos llegar a la definición del hombre con la que
trabaja la Organización Mundial de la Salud, diríamos que el ser humano, para
ella, es un animal biológico, afectivo, racional y, por último, social; pero,
en ningún caso, lo definiría como espíritu o persona, aunque más tarde nos
hable de la personalidad. Esta falta seria de definición hace que al ser humano
con su sola facultad intelectual o puramente afectiva le sea muy difícil, por
no decir imposible, la educación y recta ordenación de su sexualidad. Le será
muy difícil, en muchas situaciones, sujetar su pulsión sexual instintiva.
CAMPO DE LA
SEXUALIDAD
El concepto de la sexualidad no está reducido a la
relación sexual. Tenemos que empezar por ubicarnos en el todo y no quedarnos
con la parte: es cierto, la sexualidad tiene que ver con el acercamiento del
hombre y la mujer y las relaciones físicas (a las que en primera instancia se
suele reducir la sexualidad) pero no se agota allí. Debemos decir que la
sexualidad está con nosotros desde el momento de la concepción, es decir desde
que se une óvulo y espermatozoide. Por eso en el acta de nacimiento figura:
sexo masculino o sexo femenino. Pero aquí de nuevo se tiene que repetir la
advertencia anterior: no podemos reducir esta identidad sólo al plano físico.
Cuando hablamos de identidad nos referimos a ese núcleo íntimo que nos hace ser
varones o mujeres y del que brota todo lo demás.
CONCEPTO DE SEXUALIDAD
Para acercarnos a un buen concepto de sexualidad
utilizaremos dos definiciones complementarias entre sí.
Como muchas otras realidades miraremos a la sexualidad
como dato (datum = lo dado) y como tarea. Dato y tarea son, como la vida misma,
dos caras de la misma moneda: lo que recibimos y lo que debemos hacer con eso
que recibimos.
DATO: La sexualidad es el conjunto de aspectos que abarcan a
toda la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma espiritual, y
que la configuran como hombre o como mujer.
De aquí se deriva una fuerza interior que está
referida a la afectividad, a la capacidad de amar y a la aptitud para
relacionarse con los demás.
Es la expresión de la totalidad de la persona. Maneras
determinadas de sentir, amar y reaccionar que, tanto en el hombre como en la
mujer son distintas.
TAREA: Es el dinamismo creador e integrador de la persona
humana, en sí misma, con el otro y con la sociedad, cuya energía nace y se
alimenta del AMOR, y su guía es la virtud de la castidad en pleno ejercicio de
su libertad responsable (D'Agostino).
LA EDUCACIÓN SEXUAL
Es importante establecer algunos criterios acerca de
lo que es la educación sexual. Su justificación es sencilla: la sexualidad en
cuanto dato necesita un acompañamiento correcto para lograr el más grande
despliegue posible. Por ello es necesaria una educación sexual y es de máxima importancia
que esta educación sea acertada. Para tener mayores elementos de juicio
comencemos con una definición:
"Todo aquello que una persona necesita aprender
(conocimiento y actitud) desde que nace y que le capacita para llevar una vida
feliz con una pareja estable y permanente". (Vollmer y col.)
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